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Yo puedo vivir del amor

23 Sábado Nov 2013

Posted by mahotis in pensamientos, recuerdos

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1982, amor, Canción, dolor, felicidad, radiomar, Ruben Blades, salsa, Surquillo, Willie Colón, YouTube

“Dicen que para amar hay que sufrir en la vida.
Dicen que para amar hay que sentir la leve herida del amor…”

Por los años 80 escuché por primera vez esta canción y quedé simplemente enamorado de la letra y la melodía: Radiomar era, creo, la única radio que pasaba salsa en ese tiempo. La letra me atrapó al vuelo y puse interés pues sabía que en el tiempo por venir, esta canción tendría mucho que hacer en mi vida. Ruben Blades y Willie Colón.

Andaba yo leyendo (para variar) algún libro en la biblioteca de una casa en Surquillo. Estoy seguro que alguien dormía en el piso de arriba. Las mujeres de la casa en el cuarto de al fondo, donde yo no ponía pie nunca. En la sala don Oswaldo escuchando música con los audífonos puestos. El perro de la casa dormía plácidamente en un mueble que era solo suyo y al que nadie podía tocar, mover o mirar: Titina era implacable con sus propiedades. Todo era silencio. Y sin embargo, en medio de ese denso silencio, la melodía y la voz se abrieron paso de alguna forma desconocida y logré escuchar al vuelo mas de la canción.

“Yo, no creo que es así
Porque estando contigo de todo lo malo me olvido y me siento feliz …”

La canción me siguió rondando el resto del año y solo la atrapaba al vuelo, ya por terminar. No la pasaban muy seguido en la radio. Y aún tuvieron que pasar muchos años para que pudiera dar con el casete de Rubén Blades y mas años aún para poder ver el video en YouTube.

En el tiempo descubrí que era un himno de un hombre enamorado que podía por fin decir que el amor lo era todo y que tenia lo que quería, lo que había esperado y que finalmente podía vivir del amor. Pero también vivi en carne propia que no todas las canciones son como la vida. Hay que luchar mucho para conseguir lo que se quiere. Hay que caer para poder levantarse. Hay que llorar para valorar la sonrisa. Hay que sufrir para poder amar.

Claro que me dirás que no todas las historias son iguales. No pretendo que lo sean. Cada uno es libre de elegir la forma de vivir su amor. Y yo no quise vivirlo de acuerdo a una canción de mi adolescencia.

“Y puedo vivir del amor,
Sin pena, ni dolor
Y puedo vivir sin pensar que voy a llorar…”

Hay momentos en los que crees que puedes vivir del amor. Pero aun en el amor, existe dolor y existe pena. Existe renuncia y existe olvido. Y existe llanto. Tu puedes elegir como hacer que ese amor te sostenga. Mientras mas te entregues, mas feliz, pero también mas riesgo de que duela. Nunca empezamos una relación esperando que duela, pero las renuncias por amor son un dolor que abona la flor de la esperanza, la que florecerá al día siguiente. La de la espera y la confianza. La de la dicha. Renuncio a mi yo egoísta. Duele. Renuncio a aquello que no te hace feliz. Duele. Renuncio a mi mismo. Duele. Pero como te dije es un dolor sano. Que tiene su recompensa en un amor fuerte, bonito, prospero, puro.

La balanza se equilibrará solo si ambos comparten la misma canción. Si no es así, el mismo peso de tu amor hará que caigas al vacío desde lo mas alto. Y desde donde duele mas.

“Por el amor aprendí que todo es alegría
Porque llegaste tu y alumbraste al alma mía con tu luz
Y ahora me siento dichoso, todo me parece hermoso si estás junto a mi
Hoy sé que es así…”

El amor llega. A los 20, a los 30, a los 40, o quizá después. Pero siempre llega. Si estás atento a su llegada lo podrás sentir, lo podrás entender, lo podrás cuidar. Te enamorarás de una forma o de otra, pero lo harás. Entregarás y sacrificarás y seguirás amando, y el amor se hará mas fuerte, mas sólido, mas profundo. Las letras irán creciendo en tamaño. Ya no será solo amor, sino AMOR. Porque quieres que crezca, que no mengüe. Y tendrás la certeza que ese es el amor que esperabas, que buscabas, que anhelabas.

Te puedes equivocar. Mi deseo es que sea el primer amor el que te llene por completo y que viva contigo para siempre. Pero también que la segunda oportunidad que te dan se convierta en ese primer AMOR. ¡O la tercera, o la cuarta, o la quinta! ¿Quienes somos para creernos infalibles? Lo importante es que, una vez que lo tengas, no lo dejes marchar. Que lo abrigues cuando tenga frío. Que lo arrulles cuando tenga sueño. Que lo acaricies cuando le haga falta, y cuando no también. Que le obsequies una gran sonrisa en la mañana, en la tarde y en la noche. Que le demuestres que te interesas por él. Que sienta que lo alimentas y que crece.

“Llegó la guagua que yo esperaba
Dice ruta felicidad… ”

La guagua (el microbus) de la felicidad pasa por tu puerta cada mañana. Pero solo se detiene en los paraderos autorizados. A veces está a media cuadra de tu casa, a veces a un par de kilómetros. Pero si buscas la estación de parada, la vas a encontrar y vas a ser feliz.

La felicidad es un camino constante. No es que la encuentres y la poseas y es tuya para siempre. Tienes que vivirla, tienes que caminar con ella, viajar con ella. Compenetrarte con ella. Búscarla sin desmayo.  El camino no es llano. Tiene subidas y bajadas, paradas. A veces vas por un camino asfaltado, o vas dando tumbos en un camino de piedras. Pero mientras sigas andando montado en la guagua de la felicidad serás feliz y harás feliz a uno o a muchos.

Y a casi 30 años de haber escuchado la canción la felicidad me sigue acompañando. Ha llegado el bus, me he sentado y esta vez no me pienso bajar. ¿Viajas conmigo?

guagua_felicidad

 

 

 

 

 

 

Enlace: http://youtu.be/fGVuKFCV394

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¿Todavía?

24 Martes Sep 2013

Posted by mahotis in personal, recuerdos

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amigo, amor, carta, espera, facebook, felicidad, paciencia, twitter

Sentado esperando a que la ropa se termine de lavar me siento a meditar las tantas veces que me he quedado aguardando a que algo suceda.

Como cuando escribí una carta de amor por vez primera: las emociones fueron tan fuertes que aún las recuerdo. Primero, el tomar valor para escribir. Segundo, buscar las palabras precisas, justas, adecuadas, convenientes. Tercero, encontrar el papel que pudiera contener las frases de amor; no podía ser cualquier papel. Cuarto, decidir que no podía seguir gastando ese papel y hacer un borrador y luego transcribir lo escrito. Quinto, preparar el momento para entregar la carta. Sexto, dejar pasar una semana antes de la entrega mientras tomaba el valor. Séptimo, esperar la respuesta – como quien mira que la máquina termine de lavar la ropa. Mala idea, la respuesta demoró en llegar mucho tiempo, mucho mas años de los que estaba dispuesto a esperar.

O como aquella vez que no lograba entender las señales: una mirada, una sonrisa, una palabra puede significar mucho para un adolescente enamorado. Pero sin el “diccionario” correcto, no significan nada. Caminábamos de arriba para abajo. Salíamos juntos en los recreos, el de la mañana y el de la tarde. Conversábamos de todo un poco. De ti, de mi, de las cosas. Del amor. Sabía que en algún momento tenía que decirte las cosas de frente. Pero estaba “esperando”. Y mientras tanto el tiempo iba pasando. Antes no teníamos tanto contacto después de la escuela. Sin facebook, sin twitter, sin tumblr, sin instagram, sin SMS, sin whatsapp… en fin sin internet y con teléfonos públicos era difícil comunicarnos mas seguido y teníamos que esperar al día siguiente. Y mas aún si vivíamos lejos. Así que mientras yo sólo podía verte en el colegio, alguien mas podía verte en el barrio (como finalmente sucedió). Las señales estuvieron allí desde el principio. Pero nunca las descifré sino años después cuando, ya con un recorrido a cuestas y algunos rasguños de caminar en la vida, me dijiste que sí que estabas enamorada de mi pero que, tonto tu, nunca te diste cuenta.

No todo en esta vida es esperar por el amor… a veces también es esperar porque las cosas cambien. Como cuando la enfermedad de mi papá. Seguimos el tratamiento juntos, con mucho entusiasmo. Íbamos juntos al hospital por sus quimioterapias. Caminábamos de regreso a casa luego de algún almuerzo en el mercado. Conversábamos de cosas que no pudimos conversar cuando estaba yo mas chico. Resolvimos problemas, limamos asperezas. Y yo seguía esperando. Esperaba resultados de análisis. Esperaba que la enfermedad desapareciera. Ya no estaba en mis manos esta vez, y creo que por eso la espera es mas dura. Sin embargo, emprendiste el viaje y ahora tengo que seguir esperando. Mi vuelo para volver a verte creo que todavía va a demorar un poco mas. Paciencia.

A veces esperar se convierte en el pan de cada día: Esperar por un pedido de eBay con un regalo para una fecha específica. Esperar el repuesto del gas cuando tienes un pastel en el horno. Esperar que el helado casero esté listo (o siendo mas chico, los marcianos de fresa, lucuma, coco o chocolate de mamá). Esperar por algo que anhelas. Esperar por un beso. Esperar por un abrazo. Esperar por el regreso de ese familiar que está lejos. Esperar por el nacimiento de un hijo. Esperar por el nacimiento del otro. Esperar por la curación de un amiga, por la sanación de un pariente. Esperar que suelde un hueso o un tendón roto. Esperar por análisis médicos. Esperar por las notas de un exámen. Esperar por el resultado de la sustentación de tesis. Esperar por el AMOR. Esperar por la felicidad. Aunque en estos dos últimos casos diría que la vida no es esperar a que la máquina termine de lavar la ropa por ti, a veces, tienes que ponerte tu mismo a lavarla a mano.

laundry

Decisiones…

13 Martes Mar 2012

Posted by mahotis in pensamientos, personal

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amar, camino, decisiones, Dios, felicidad, hijos, odiar, vida

Toda nuestra existencia está basada en las decisiones que tomamos… aquellas por las que decidimos hasta un instante previo.

Cada evento está encadenado a una serie de decisiones. Si pudiera retroceder en este árbol de mi vida y llegar a los momentos en que reconozco me equivoqué ¿sería yo mismo?

¿Podría haber cambiado mi vida haberle dicho “me gustas mucho” a la primera niña de la que me enamoré?

¿Podría haber cambiado mi vida haberle dicho “no quiero” a mi padre cuando quizo llevarme al prostíbulo a debutar?

¿Podría haber cambiado mi vida luchar por esa beca de estudios de arquitectura en París?

¿Podría haber cambiado mi vida no haber aprendido a jugar ajedrez?

¿Podría haber cambiado mi vida nunca haber practicado todo un verano tocar la guitarra?

¿Podría haber cambiado mi vida el no pensar que tres años no son nada cuando se está enamorado?

¿Podría haber cambiado mi vida el estudiar ingeniería industrial en lugar de seguir escribiendo?

¿Podría haber cambiado mi vida decidir que lo que me gustaba era las tecnologías de la información?

¿Podría haber cambiado mi vida, cuando le dije no al empleo que me ofrecía IBM?

¿Podría haber cambiado mi vida dejarme llevar y besarla cuando era el momento?

¿Podría haber cambiado mi vida decir que se acabó de veras y no pensar en una segunda oportunidad?

¿Podría haber cambiado mi vida hablar a tiempo y no callar?

¿Podría haber cambiado mi vida…? ¿Podría haber cambiado…? ¿Podría…?

Si, me he equivocado. Muchas veces. Una tras otra tras otra. Pero, sabes, no me arrepiento

Algunas decisiones han sido solo alegrías… como mis dos hijos.

Algunas decisiones crearon hondas heridas. Heridas que felizmente han sanado.

Algunas decisiones solo me hicieron perder tiempo en el camino.

Algunas decisiones me enseñaron a seguir confiando en el amor.

Algunas decisiones me han permitido discernir entre un “te amo” de la boca para afuera, un “me comprometo” sin convicción, un “para siempre” que dura lo que un suspiro.

Algunas decisiones me permiten seguir creyendo en Dios.

Y estas decisiones son las que ahora me dan felicidad.

La felicidad de poder ver a mis hijos de cerca, aunque no tanto como quisiera…

La felicidad de no odiar a nadie por mas piedras que reciba cada día.

La felicidad de tener la vida para poder decidir que hacer con ella…

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